sábado, 7 de junio de 2008

Rendición

sábado, 12 de enero de 2008
Rumio una venganza contra el cielo,
reniego de un futuro que, ciego, anhelo
y muero un poco en cada envite.

A golpes contra el mundo he aprendido
que no hay Dios que dé ni Dios que quite
penas, alegrías o tristezas.
Y me crezco cuando tengo la certeza
de que sólo se puede estar perdido.
Y no lloro cuando veo tu cabeza
girar por no encontrar mis ojos.
Ya no me postro
de hinojos
ante el icono de tu rostro.

Si te veo
me recreo
en el verde de tus ojos.
Son un mar
que rodea tu pupila,
por eso tus lágrimas son saladas.
Vienes de una tierra de hadas,
de un mundo que sólo una palabra puede abrir,
en el que tan poco tiempo conseguí vivir.

Tu indiferencia te hace más bella,
¡la arrogancia te sienta tan bien!
Es un muro en el que mi mirada se estrella,
un muro de hielo que me cierra tu Edén.

Ha tenido que pasar tanto tiempo para darme cuenta
de que hemos estado tanto tiempo engañados
que puede ser que yo mismo me mienta
al pensar que por fin te había olvidado.

Tal vez nuestro amor sea una ajada bandera
que ondea todavía en el campo de batalla
después de que el último guerrero se vaya,
huya ya, sin fuerzas para defenderla.

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