11/11/10 - 12/11/10
El ritmo es esa mujerque controla todo tu tiempo,
que siempre te hace ver
lo monótono del momento.
Yo quiero huir de su férreo control,
romper sus grilletes de acero.
Entregarme de noche al placer del alcohol
y volver de mañana con gesto altanero.
Quiero ritmos quebrados,
perdidos,
hallados;
un ruido
que cambie de estado
si yo lo he querido.
A veces da libertad
y otras te la quita,
rehuye la soledad
y la métrica la excita.
Se suele unir a la rima
en una orgía que anima
a perderse entre sus versos,
en un trío que te incita
a quedarte en él inmerso.
Pero no puedo soportar sus celos
y manías.
Yo he de ser libre para urdir
en un caótico plan
mi inhóspita poesía.
He de romper cadenas y sacudirme yugos,
nunca volveré a dormitar
en
su duro regazo,
ya no quiero sentir
su gélido abrazo,
con esos brazos que aferran
y no consuelan,
esas extremidades de acero
que son más frías que el hielo,
que a veces busco (si soy sincero)
hallando un poco de consuelo.
Atrapo
los momentos de libertad que el ritmo mata
y cuando siento que la rima
me ata
olvido cuánto me estima
y escapo tan lejos como puedo,
vomitando un torrente de poesía;
transitando tierras inexploradas
me subo a lo más alto del cerro
y grito mis poesías: casi vuelo.
Pero cuando tengo miedo
de no surcar
el cielo,
de no poderme alzar
y estrellarme contra el suelo,
entonces visto las alas de la rima
y planeo por el cielo
hasta la más alta cima.
Baudelaire, Shakespeare, Quevedo
Cuando la rima
coge mi mano
harto cansina
dejo que arda
llena de celos
que me dan alas,
corro a mi rima bastarda,
aquella que yo he creado
de un padre consonante
que nunca acude al llanto
de aquel hijo olvidado.
Soy un poeta zahareño,
no seguiré más las reglas
y esto no tiene ya arreglo.
P.D: Metapoesía
de facto;
o un acto
de rebeldía
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