Rastros invisibles de sueños rotos,
de algunos recuerdos y algunas fotos.
Tiempos, ya pasados, de sinsabores,
que se marchitaron como las flores.
Recuerdos vacíos que siempre guardo
porque no consumen ningún espacio
en mi corazón, que late fuerte
aunque yo lo sienta tan frío e inerte.
Fruto de un mañana que nunca llega
es esta esperanza que lucha y brega,
es esta esperanza que me agasaja,
es esta esperanza que hiere y saja.
Se me antoja un faro, es un espejismo
la luz que me guía siempre hacia el abismo.
Es la luz que riela,
es la luz que ciega,
es la luz que nace
para que yo muera.
Apenas alumbra
pero siempre quema.
Es luz de penumbra
la que da esta vela.
La luz se sumergió, ardiente,
en la oscuridad,
siempre omnipotente,
de tu humanidad.
Mas se quedó fría,
por siempre apagada...
y ya no hubo día,
sólo madrugada.
Intenté buscar
en el cielo estrellas.
Fue como buscar
en el mar
sus huellas,
las leves pisadas
de la doncella.
Tras días aciagos
y noches perdidas
de recuerdos vagos
que ahogó la bebida...
querría encontrarte.
Mas nunca te busco
entre un mar de rostros
grotesco y brusco.
Tú eres mi arte.
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