01/03/10
Alumbrami penumbra
con el fuego
de tus ojos.
Con tu ira, con tu rabia, con tu enojo.
Eres mi lugar secreto,
cuando llego
me recojo,
me recreo.
Y prometo
que ya nunca volveré;
no lo creo
aunque sé que intentaré
de un paseo
alejarme y no volver.
Es tan triste,
tras todo lo que hiciste
por no volverme a ver
no conseguiste
te dejara de querer.
En un despiste
lo conseguí yo ayer.
Y así disfruto
de tu inquina sin mordaza.
Y vestí de luz mi luto
asomado en mi terraza.
Vislumbre la luna llena,
vi mil estrellas errantes,
renegué de mí condena,
resolví ser como antes.
Ya no lucho contra el mundo,
ni enarbolo
una bandera.
Vivo sólo
el segundo
siguiente hasta que me muera.
Y, difunto ya, difundo
mi poesía
entre las musas,
que confusas
en la noche
escuchan filosofía
que me invento en el momento
y que olvidarán de día.
No hay reproche,
era cháchara vacía;
cosas serias para ver si alguien reía.
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