viernes, 13 de febrero de 2009
Sedientos de sangre y de Dios,hambrientos de gloria en la tierra.
Un solo corcel, pero dos
jinetes que van a la guerra.
Hermanos de sangre y de vino,
de rezos, batalla y sudor,
cumpliendo un mandato divino,
cuidando el rebaño al Señor.
Después de dejar a tantos en Tierra Santa,
después de luchar, demostrando su valor,
después de amasar tanta riqueza, tanta
que les fue a robar un “hermoso” inquisidor.
Con calumnia y fuego les devolvió el favor.